Le Combat Syndicaliste, nº 76, verano 2002
Jueves 12 de septiembre de 2002
Jueves 12 de septiembre de 2002
En la víspera de la batalla de Azincourt, Shakespeare hace decir a su héroe, el rey Enrique V, "Todo está dispuesto, si nuestros espíritus lo están". Seis siglos más tarde, no terminamos de redescubrir los perjuicios del condicionamiento. Los expertos de la manipulación, los especialistas de la propaganda, los artistas de la intoxicación no nacieron ayer, existen desde el nacimiento del poder.
En la víspera de la batalla de Azincourt, Shakespeare hace decir a su héroe, el rey Enrique V, "Todo está dispuesto, si nuestros espíritus lo están". Seis siglos más tarde, no terminamos de redescubrir los perjuicios del condicionamiento. Los expertos de la manipulación, los especialistas de la propaganda, los artistas de la intoxicación no nacieron ayer, existen desde el nacimiento del poder.
Algunos intelectuales hacen como si, de cuando en cuando, descubriesen que los medias son perros guardianes, que los temas de la seguridad ciudadana contribuyeron a la lepenización de los espíritus o que el capitalismo es un horror. Muchos de esos descubrimientos tardíos se las ingenian para calcar algunos neologismos sobre antiguos conceptos. No hemos terminado con su "ultraliberalismo", con su "mundialización". Esta manera de explicarnos el mundo satisface su ego, pero sobre todo desarrolla en el llamado "ciudadano" una fuerte amnesia (ya que todo es nuevo) y se hace así partícipe de la mistificación. Desde el alba de la tiranía hasta nuestros días, sólo se observa una diferencia de grado en la manipulación política, en el condicionamiento de las tropas o en la utilización de los resortes de la psicología de masas. La radio, la tele, el Internet permitieron, en niveles cada vez más importantes, la propagación del saber, pero, al mismo tiempo, su contrario: la difusión de la mentira de Estado. Para discernir entre lo uno y lo otro, el individuo sólo dispone de su propio espíritu crítico como último recurso. Para poder ejercerse en condiciones favorables, este espíritu crítico debe apoyarse en la memoria, la experiencia que permite la comparación de los hechos, pero también en la serenidad que permite la perspectiva con relación al presente. Tal es la razón por la que los ideólogos del poder tienen dos objetivos fundamentales: desnaturalizar o destruir la memoria colectiva y confundir las mentes. La actualidad nos muestra que el olvido y el miedo son los instrumentos del poder.
TECNICAS DE AMNESIA
1.- Desnaturalizaciónde la historia.-
Todo debate social o político se establece a partir de reminiscencias históricas. A tuertas o a derechas, estos fragmentos del pasado constituyen argumentos para las diferentes partes. El poder no puede, pues, olvidarse siempre de la historia, sino que va a darle el sentido que le interesa. Puede utilizar una referencia histórica fuerte y cargada de emoción para trasplantarla al presente, fuera de su contexto. Su finalidad es producir una convulsión emocional que impida la reflexión. El slogan "No pasarán" se le atribuye a la diputada hiperestalinista Dolores Ibárruri, la Pasionaria.Ya había en ese momento una connotación pasional, destinada a empujar al movimiento popular español hacia la defensa de la república burguesa, antes que a la defensa de la revolución social. En Le Monde de 27 de abril de 2002, Miguel del Castillo destaca la incongruencia de que esa consigna sea, en abril de 2002, blandida por militantes poco exigentes y tomada y repetida a profusión por los medias: "Si es difícil imponer un deber de inteligencia, escribe a este respecto, no hay tampoco obligación de felicitar la necedad". ¿Es necedad comparar la guerra civil española con el psicodrama del entre-dos-vueltas de las presidenciales francesas? Sí, sin duda, pero se trata de una necedad muy útil al poder, ya que contribuyó al tanteo abracadabrante de Chirac.
Otra técnica es la que consiste en recordar un episodio fuera de su continuidad histórica. Es el caso de la comparación con la situación de la Alemania de los años 30. Los bienpensantes atribuyen a los abstencionistas de ese país la subida de los votos nazis. Pero, para explicar la razón del fuerte grado de abstención, hubiera sido necesario remontarse a la masacre, algunos años antes, de los revolucionarios alemanes por obra de los socialistas Noske, Scheidemann y compañía , entonces en el gobierno. Evidentemente, los medias dominantes ocultan esta parte y no dan nada más que el capítulo que les interesa de la novela.
En fin, la repetición a ultranza de un análisis histórico arbitrario transforma a los turiferarios de la urna en modernos Bouvard y Pécuchet, quienes, entre sus ideas recibidas, desarrollan el paralelo entre el derecho de voto y las conquistas sociales. ¿Qué hay en esto de verdad? El sufragio universal aparece en Francia en 1792, con motivo de la elección de la Convención Nacional. ¡La abstención alcanza el 90%! Sin embargo, la revolución sigue su curso. Las medidas más avanzadas se toman en 1793, bajo el impulso del movimiento fraccionario parisino, que constituye un embrión de democracia directa. Después, el sufragio universal desaparece de la escena política francesa para reaparecer en mayo de 1848 con la elección de una Asamblea Constituyente. La primera "obra" de esta Asamblea fue la de masacrar a los obreros parisinos levantados en junio de 1848 (4.000 muertos). Si nadie en Francia murió por defender el derecho de votar, al revés de lo que ordinariamente se oye, es más justo especificar que una buena cantidad de revolucionarios fueron asesinados al amparo de ese derecho de voto. Recordemos en fin que las conquistas de 1936 no se debieron, contrariamente a otra idea recibida, al gobierno de Leon Blum, sino a que un mes de huelga con ocupación de fábrica obligó al Estado y a la Patronal a concesiones. A nadie se le ocurriría decir que fue gracias a De Gaulle el que el salario mínimo haya sido aumentado en un 35% en junio de 1968. Los acuerdos de Grenelle fueron el resultado de la presión de las luchas de Mayo y Junio de 1968.
2.- Sobre el negacionismo.-
Menos sutil que las técnicas que desvirtúan los acontecimientos, el negacionismo consiste pura y simplemente en negar lo real, en negar la historia inmediata, aquella para la que todavía hay testigos oculares. Así, se pudo ver negar, por fines partidistas, la existencia de campos de la muerte para negar el genocidio de judíos y gitanos en Europa. Este episodio del negacionismo es célebre, pero hay otros ejemplos que muestran que esta técnica (definida por Goebbels como "Cuanto más grande, mejor pasa") tiene adeptos todavía. El presidente de la red Voltaire pertenece a esta categoría. Meyssan, por otro lado experto en derechos del hombre en la Comisión para la Seguridad y la Cooperación en Europa, niega que un avión se haya aplastado contra el Pentágono el 11 de Septiembre de 2001. Para él, se trataría de un misil lanzado por los propios militares americanos el que se habría aplastado contra el edificio. Como "prueba", rechaza cientos de testimonios visuales, que serían arbitrarios por ser americanos, y se apoya en documentos fotográficos difundidos por el Pentágono en Internet. Este procedimiento podría mover a risa, si no encontrara un amplio eco entre la población. Hubo en Toulouse, después de la explosión de AZF, rumores que negaban así la explosión accidental de la fábrica para atribuirlo a un ataque terrorista (o marciano, para los más calenturientos de mente). Esta predisposición de las multitudes a creer lo increíble es un triunfo en las manos de los negacionistas y de los manipuladores de toda laya. Entre estos manipuladores, están los servicios de información de los Estados. Uno de los primeros internautas en poner en duda la realidad de los atentados del 11 de septiembre fue nada menos que un alto funcionario de los RG (Renseignements Généraux - Informaciones Generales-, policía política francesa). El 18 de septiembre de 02, declara, en su sitio de Internet: "¿Cómo se pueden encontrar simultáneamente 19 kamikazes?...que se encuentren uno, dos o tres, aquí y allá, como en Palestina, pase, pero 19, eso seguro que no existe". En Palestina, hubo, desde esa fecha, cientos de kamikazes. ¿Simple falta de perspicacia por parte de este responsable del servicio de información francés? Más allá, leemos, en el mismo autor: "¿Qué hacía un fotógrafo con su aparato al pie de la torre en ese momento? Debía de tener una intuición asombrosa". De este modo, los turistas, fotógrafos y cameraman aficionados, "prueban" el complot por su sangre fría, pues, se sobreentiende que ello es premeditado. A la inversa ¿no hay turista que fotografíe el avión del Pentágono? En este caso, es la ausencia de imágenes la que prueba el complot...¿Por qué, pues, se afanan altos responsables de la Información en negar hechos reales? El poder político, que se apoya en el miedo y la sumisión de las masas, sólo puede explotar esa sumisión si él mismo da una impresión de fuerza. Esta es toda la historia de la feudalidad y la servidumbre.
CULTURA DE LA SUMISION
1.- Aprendizaje del miedo.-
La omnipresencia del poder espiritual o temporal es una respuesta al miedo de la muerte y a la angustia ante los riesgos cotidianos. El Estado tiene toda clase de interés en cultivar estos sentimientos en la colectividad que domina para justificar su opresión. Cada uno en su turno y en función de las civilizaciones, sacerdotes, nobles y burgueses aseguraron este papel interesado de protección y asistencia.
Hace algunos años, un hebdomedario se definía así: "El peso de las palabras, el peso de las fotos". De eso es de lo que se trata. La información es menos ocultada que utilizada en un sentido principal: describir un mundo salvaje, violento, ante el cual el individuo deba sentirse impotente, ante el cual deba temblar y suplicar defensa a los hombres fuertes, a los guerreros, a los financieros, a los políticos que dirigen el mundo.
Al telespectador se le pone un nudo en la garganta ante la imagen de una persona agredida, o de un lugar devastado. Se juega con la reacción primaria e instintiva. La tele de su lugar privilegiado y central envía un mensaje fuerte, que es recibido por un individuo aislado. La tele puede aislarlo. No hay nada que permita la confrontación, el debate, el intercambio; ¡nada que, en alguna parte, permita tomar conciencia de la fuerza colectiva! Se tiene miedo de la inseguridad que la tele nos presenta, luego viene Le Pen, visto en la tele: la génesis de este miedo es idéntica. Título en Telerama: "Abstención, trampa para tontos", otros antifascistas reclaman la prohibición de la abstención, sin sospechar el carácter dictatorial de su reivindicación. Se produce entonces la resultante del choque solo y en directo, he ahí las soledades que se añaden y se dejan pillar en un espectáculo organizado por los Servicios Generales de Información, aquí por el PS y, más lejos,por el hombrecito de Besançon.
Las manifestaciones masivas del entre-dos-vueltas de las presidenciales del 2002 son maifestaciones masivas de soledades añadidas. Amplios cortejos de individuos tan bien condicionados en su impotencia que no toman ni siquiera conciencia de su fuerza colectiva. El poder se frota las manos: se le está reclamando, se le suplica a voz en grito, y, lo mejor de todo, a través de un simbolismo que, en otro tiempo fue contestatario, sabiamente vuelto en su favor. La manifestación de calle con sus pancartas se convierte en una procesión a la gloria de los poderosos. Todo está dispuesto, si los espíritus lo están. Contra los que se atreven a hablar de abstenerse, está la reprobación general aumentada por la desnaturalización de la historia. En la gran tradición de los hombres fuertes, la sumisión a Chirac va de suyo, como iban de suyo los plenos poderes a Pétain y a Pappon, como iba de suyo la elección de Thiers, el fusilador de los hombres de la Comuna. Éstos no se justifican más que por la fuerza que se les da.
2.- Exhibición de la fuerza.-
A semejanza del "valladar" de Chirac contra el fascismo, Europa se sueña a sí misma como una fortaleza detrás de Bush y del Estado americano, muralla del bien contra el mal. Del sentido figurado al sentido propio, de la muralla de China a la de Cisjordania, pasando por el muro de Berlin y la línea Maginot, la historia está llena de estas aberraciones estratégicas destinadas a convencer a la opinión pública. Este discurso y este comportamiento de hombres de castillo van a permitir ejercer la explotación de recorte regulado de la población mundial. Estas coerciones sufridas por las poblaciones son la contrapartida de los privilegios obtenidos por sus dirigentes. Estos privilegios sólo se justifican por la presencia de un adversario que dé miedo en forma suficiente, e, igualmente, por la fuerza y la eficacia de los nuevos feudales tan queridamente mantenidos por los contribuyentes y los trabajadores. Esta fuerza es una carga que requiere ser mantenida al precio de sudor y lágrimas.
Para la administración americana, los atentados del 11 de septiembre se convierten en ganga con dos condiciones. En primer lugar, que puedan justificar guerras futuras bajo pretexto de luchar contra el terrorismo; en segundo lugar, que el ejército pueda continuar inspirando miedo y no ridículo.
En efecto, el adversario es también forzosamente hipócrita y cobarde, pero de ningún modo podría ser más fuerte que el muro que pretende defendernos, en la medida en que ese muro es
un abismo presupuestario (las CIA, FBI, NSA y otros cuestan la enorme suma de treinta mil millones de dólares anuales). Ahora bien, el 11 de septiembre, las faltas de bulto de los servicios de información americanos saltan a la vista, incluso a la de Alexandre Adler. Esto lo dice todo. Por estas faltas, reclama la ejecución del director de la CIA. Nada menos que eso. La caída de las torres podría convertirse en lo que fue la caída del muro de Berlín para la STASI y la KGB. Es en esto donde se hace indispensable el arte de inversión de la situación.
Vale más en este caso confundir las pistas, y pasar por malos antes que por imbéciles e incapaces.
"Una inclinación extendida hoy conduce así a imaginar las meteduras de pata más flagrantes de los servicios secretos como justificaciones magistrales, siendo así que no tienen por causa más que una real estupidez". Que los servicios de información resulten pillados en sus propias trampas no es nada nuevo. Al ejército francés le ocurrió algo así en la guerra de Argelia, cuando armó a los maquis del FLN creyendo montar contra-maquis. Pero, en el caso presente, el error tiene consecuencias aun más graves. Entonces, se hace preciso retrucar el sentido de la caída de las torres, que es el de la quintaesencia de la idiotez militarista, para darle un sentido diferente: "Tenemos los servicios de información más maquiavélicos del mundo y los más crueles del mundo", lo que, a fin de cuentas, suena mejor que esto: "A guisa de espías, tenemos los cretinos más costosos del planeta".
Comoquiera que sea, gracias a esta inversión de perspectiva, hoy por hoy, la principal víctima política del 11 de septiembre no es ni un general ni uno de los jefes de información, es el presentador estrella de una gran cadena americana, dimitido en el mes de junio. ¿Cuál fue la falta de Bill Maer? Haber recibido, el 17 de septiembre de 2001, a un invitado que afirmaba que no era apropiado tratar a los kamikazes de cobardes y haberle respondido con estas palabras: "Somos nosotros, los americanos, los que somos cobardes, porque, sin correr ningún riesgo, lanzamos misiles contra poblaciones civiles". El juicio que, sin duda, se le hace es: no se podría impunemente, salvo que se derrumbe el edificio del poder, designar en estos términos al ejército que protege al mundo de la gran amenaza...
Tomado de Le Combat Syndicaliste, nº 76, verano 2002
CNT-AIT- Midi-Pyrénées- Toulouse
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