Prácticamente todas las referencias a Alvarado mencionan como mínimo su carácter enérgico; la mayoría lo elevan a crueldad. A veces se asocia incluso su nombre al genocidio, tanto por su iniciativa en la Matanza de Tóxcatl, como por su posterior participación en el sitio de Tenochtitlan, y sobre todo por la violencia extrema de sus acciones en Centroamérica.
En México los indígenas lo llamaban Tonatiuh, (el Sol), por su aspecto físico; al parecer era rubio y de elevada estatura, lo que lo convertía en caso típico para la deificación, que inicialmente hicieron los mexicas de los españoles, considerándolos las "gentes rubias y barbadas" anunciadas como signo del regreso de Quetzalcóatl
Llegada a América y conquista de Cuba (1509-1511)
En México los indígenas lo llamaban Tonatiuh, (el Sol), por su aspecto físico; al parecer era rubio y de elevada estatura, lo que lo convertía en caso típico para la deificación, que inicialmente hicieron los mexicas de los españoles, considerándolos las "gentes rubias y barbadas" anunciadas como signo del regreso de Quetzalcóatl
Llegada a América y conquista de Cuba (1509-1511)
En 1509, con 25 años, desembarcó en La Española, junto a sus hermanos (Gonzalo, Jorge, Gómez, Hernando y Juan). Un año después, a las órdenes de su tío Diego Velázquez, participó en la conquista de Cuba.
Expedición de Grijalva (1518)
En 1518 acompañó a Juan de Grijalva como capitán de un navío en su viaje de exploración por las costas de Yucatán y el Golfo de México, en el que se produjo el descubrimiento de Cozumel. Fue el primero en navegar el río Papaloapan, razón por la cual la población cercana a la desembocadura del río se le bautizó con el nombre de "Alvarado".
Conquista de México (1519-1521)
Varios hermanos Alvarado se unieron a Cortés en la isla Trinidad, cuando iniciaba su viaje, entre ellos Jorge, Gonzalo y Gómez, y Juan el viejo bastardo, Pedro fue el primer capitán de Hernán Cortés durante la conquista de México.
Participó en la batalla sostenida contra los tlaxcaltecas dirigidos principalmente por Xicohténcatl. Una vez que los conquistadores españoles vencieron y pactaron una nueva alianza con los tlaxcaltecas, en muestra de paz les regalaron mujeres a los principales capitanes. Una de ellas fue la propia hija de "Xicohténcatl el viejo" a quién se le bautizó como doña Luisa y era destinada para Hernán Cortés, quién la cedió a Pedro de Alvarado. Siendo aún soltero, Pedro de Alvarado tuvo un hijo con doña Luisa a quién bautizó con su propio nombre y una hija a la cuál bautizó con el nombre de Leonor. Leonor se casó con Francisco de la Cueva primo del duque de Alburquerque.
Realizó una inspección de avanzada junto con Bernardino Vázquez de Tapia hacia las inmediaciones de Tenochtitlan con el fin de observar y determinar la mejor ruta; Vázquez de Tapia cayó enfermo de calenturas en el camino y Alvarado tuvo que completar la misión, ambos regresaron a Cholula para informar a Cortés los pormenores. Fue entonces cuando los indígenas le pusieron el apodo de Tonatiuh.
En 1520, en ausencia de Cortés, que había ido al encuentro de Pánfilo de Narváez, Pedro de Alvarado, que había quedado al mando, ordenó la matanza del patio del Templo Mayor que precedió a la derrota de los españoles conocida como la Noche Triste. Recriminado por Cortés, que se vio obligado a volver apresuradamente a Tenochtitlan a socorrerlo, alegó que los aztecas estaban preparando sacrificios humanos para la fiesta del Tóxcatl (quinto de los dieciocho meses del calendario mexica), incumpliendo su promesa de no hacerlo, y que con la fiesta se preparaba una trampa para atacar a los españoles. Pero incluso las fuentes más indulgentes con Alvarado coinciden en denunciar que ordenó sin previo aviso que se atacara a los danzantes de la fiesta, asesinando a entre trescientas y seiscientas personas desarmadas. Los testimonios aztecas recogidos por Fray Bernardino de Sahagún describen una cruel carnicería.
El "salto de Alvarado"
Durante la huida de Tenochtitlan se le atribuye haber salvado la vida, pese a estar rodeado de enemigos, saltando un canal apoyado en su lanza, hincada en el barro; el gesto ha tomado su nombre, "Puente de Alvarado", nombre también de una céntrica calle de Ciudad de México situada en la zona donde pudo ocurrir el hecho. Podría citarse como precedente del salto con pértiga, igual que se hace con Filípides para la maratón, pero el salto muy probablemente no existió: la referencia procede de Francisco López de Gómara, que no fue testigo ocular, y es desmentida con gran rotundidad por Bernal Díaz del Castillo, que sí estuvo allí, y que esgrime contundentes argumentos: ningún testigo se hubiera percatado del salto, ocupados como estaban en salvar sus vidas; la profundidad del agua y la anchura del canal salvado descartan la viabilidad de la acrobacia y, finalmente, el mismo Bernal no oyó a nadie mencionar el salto hasta mucho después de la conquista, con ocasión de la edición de unos libelos laudatorios para Alvarado.
Conquista de Guatemala y El Salvador (1521-1527)
Tras la toma de Tenochtitlan en 1521, Cortés lo comisionó para otras expediciones más al sur, lo que le permitió pasar a la historia también como conquistador de Guatemala, El Salvador junto a su hermano Gonzalo de Alvarado y, aunque siguiendo a Cortés, también concluyó la conquista en Honduras.
En 1524 fundó Santiago de los Caballeros, luego llamada Ciudad Vieja.
En 1527 viajó a España y se entrevistó con Carlos V. Es este su momento de mayor gloria, al recibir del emperador los nombramientos de gobernador, capitán general y adelantado de Guatemala, más de lo que conseguiría nunca Cortés de Nueva España. Sin embargo, a su vuelta a América, en 1529, el gobernador de la Nueva España lo encarceló y lo procesó; sólo pudo librarse del cautiverio por la intervención de Cortés.
Fallido intento de intervenir en la conquista de los Incas (1534)
Las noticias sobre las riquezas de los incas y la conquista que emprendió Francisco Pizarro llegaron a oídos de Alvarado en Guatemala. Solicitó y consiguió permiso del Rey de España para hacer descubrimientos y conquistas en las tierras de la provincias de Quito del Imperio Inca que estuvieran fuera de los limites asignados a Francisco Pizarro. Construyó su flota en el Pacífico Sur, donde fundó el Puerto de Iztapa (en Guatemala). A principios de 1534 se hizo a la vela con una flota compuesta por ocho navíos, en los cuales se embarcaron 500 infantes bien armados, 227 caballos y un número de indígenas de Guatemala. Bartolomé de las Casas, en su Brevísima Relación, recuerda la mortandad de indios que generaban estas expediciones, tanto por obligarlos a transportar hasta el Mar del Sur los materiales con los que se construían los barcos, como por las condiciones de viajes y trabajos.
Desembarcó en la bahía de Caráquez (Ecuador); pasó luego a Charapotó, donde fundó la Villa Hermosa de San Mateo de Charapotó; de ahí a Jipijapa, a Paján y al rio Daule. Volvió a retroceder hacia los bosques de Paján, donde se detuvo algún tiempo. Sus fuerzas avanzaron por el sur hasta mucho más arriba de Chonana, y por el norte bajaron tanto que llegaron hasta el territorio de Nono, en la actual provincia de Pichincha, a pocos kilómetros de Quito. Desde Nono, desandando muchas leguas, tornaron a los bosques pantanosos de Chimbo en la region occidental, por donde, ya juntándose de nuevo toda la expedición, empezaron a ascender la cordillera de los Andes hasta salir a las alturas de Ambato. Como Alvarado anduvo perdido en las provincias del litoral durante los meses de febrero, marzo y abril, sufrió las molestias de las lluvias de invierno, cuando en la costa los llanos y todo el suelo en general se convierten en anegadizos y pantanos intransitables; y saliendo a la planicie interandina, en agosto, pasó la cordillera precisamente en la época de los mayores vientos y de las más fuertes nevadas.
Llegó Pedro de Alvarado a las llanuras de Ambato, actualmente en Ecuador, con un ejército completamente débil, ya que llevaba muchos meses padeciendo las inclemencias de la selva costanera, en la que se perdieron, porque los guías indígenas que habían retenido a la fuerza lograron huir. Por esta razón, no estaban en condiciones de enfrentarse con Diego de Almagro y Sebastián de Belalcazár y prefirieron llegar a un arreglo amistoso el 26 de agosto de 1534, que consistió en que Pedro de Alvarado recibiría una indemnización por los gastos que había hecho en tan malhadada expedición y, a cambio, Diego de Almagro y Gonzalo Pizarro consiguieron que Pedro de Alvarado les cediera los barcos, caballos y hombres que quisieran quedarse. Pedro de Alvarado, finalmente, regresó a Guatemala. Francisco López de Gómara, en su Historia General de las Indias, cifra la indemnización en cien mil pesos de oro, que fueron pagados, cumpliendo la palabra de Almagro.
Proyecto de expedición a las Molucas (1539-1540)
Proyecto de expedición a las Molucas (1539-1540)
No soportó mucho tiempo la inactividad como gobernador de Guatemala y Honduras, antes de solicitar y obtener de la corona otro encargo de exploración, esta vez a las inasibles islas de la Especiería. Estaba preparando esta expedición y deambulando con su flota por el pacífico mexicano cuando fue requerido por el virrey Antonio de Mendoza, que quería participar en la empresa. Pero antes le haría a Alvarado un encargo militar que habría de ser el último: sofocar la rebelión de indios caxcanes y chichimecas que había estallado en Nueva Galicia (en lo que hoy es el Estado de Jalisco, Mex.).
Muerte en Nochistlán (1541)
En esa última acción militar, que a veces se conoce como Guerra del Mixtón, Alvarado fue arrollado por el caballo de un compañero inexperto que huía del contraataque de los indios chichimecas, que estaban parapetados en el Cerro del Mixtón (gato) y eran comandados por Francisco Tenamaxtle, un caxcán que se había levantado en armas por la opresión castellana. Sucedió en Nochistlán, en el sur de lo que hoy es el estado de Zacatecas.
Muerte de Alvarado, tal y como aparece representada en el Codex Telleriano-Remensis. Junto a su cabeza aparece su nombre en Nahuatl: Tonatiuh, "Sol"
Tras unos días de agonía, murió el 4 de julio de 1541. Su cuerpo fue enterrado primero en la iglesia de Tripetio (Michoacán), y trasladado cuarenta años después por su hija, Leonor Alvarado Xicotencatl, a Antigua Guatemala, junto al de su mujer Doña Beatriz de la Cueva –llamada la sinventura, no sin motivo: enviudó menos de un año después de suceder a su hermana como mujer de Alvarado, y luego sobrevivió a su marido sólo otro año–; la última morada de Alvarado está en una cripta de la catedral.
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