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viernes, 13 de junio de 2008

* Franciso de Aguirre

Francisco de Aguirre de Meneses (Talavera de la Reina; 1508 - La Serena, 1581), Conquistador español, de destacada participación en la conquista de Chile.

Fue hijo de Hernando de la Rúa y de Constanza Meneses, se incorporó joven a las tropas imperiales de Carlos V, participando en la Batalla de Pavía y el asalto a Roma (). Se trasladó y vivió en el Perú donde conoció a Pedro de Valdivia, a quien acompañó en su expedición de conquista de Chile (1540).


Hombre de confianza de Valdivia, pronto alcanzó un lugar preminente en la incipiente colonia, siendo el primer alcalde ordinario del primer cabildo de Santiago (1541).


Nombrado teniente gobernador de la zona entre el río Choapa y Atacama, Valdivia le encargó la reconstrucción de La Serena destruida por los indios en el norte, ya que había demostrado mano dura en la guerra contra los indígenas y en el castigo de ellos. El 26 de agosto de 1549,Aguirre refundó la ciudad, construyendo un fuerte para defenderse de los ataques, para después ponerse al frente de su tropa y marchar en persecución de los indígenas. El norte de Chile quedó libre de peligros desde ese entonces, pero también mucho más despoblado y con menos mano de obra.


Teniente general de La Serena, el gobernador le encargó en octubre de 1551 la toma de posesión de Tucumán al otro lado de la cordillera, tras disputar esta zona a Núñez de Prado, que desconocía la autoridad de Valdivia. Dos años más tarde, en 1553 funda el tercer asentamiento de la ciudad Barco III, acualmente Santiago del Estero, en Argentina, siendo esta, la provincia y la ciudad más antigua del territorio nacional argentino.


Cuando murió Valdivia en la Batalla de Tucapel, se abrió su testamento, que lo designaba a él gobernador de Chile en ausencia de Jerónimo de Alderete. Cuando recibió la noticia se encontraba en Tucumán, y ya había sido designado gobernador Francisco de Villagra, debido a la muerte del primero de la lista y la ausencia del segundo.


Al enterarse de esos hechos por sus amigos de La Serena, se dirigió inmediatamente a esa ciudad, que le recibió como Capitán General y Justicia Mayor. Comunicó esta elección a Santiago, haciendo decir que las tropas de su mando estaban dispuestas a sostenerlo en este cargo, que por lo demás le correspondía de derecho en virtud del testamento de Valdivia.


El cabildo de Santiago, sin embargo, no capituló a la fuerza, por lo que Aguirre envió a su hijo Hernando con un aparte de sus tropas, las que fueron desarmadas en Santiago. Finalmente el conflicto se resolvió cuando se le envió una petición a la Audiencia de Lima, la que determinó que los cabildos debían tomar el mando por seis meses, hasta que el Virrey designase un nuevo Gobernador, y si expiraba el plazo, Villagra sería el Gobernador, quedando entretanto a cargo del ejército en el sur. Aguirre quiso desconocer el fallo, pero la poca fuerza que tenía no le iba a bastar para derrotar a Villagra si hubiese un enfrentamiento, por lo que lo aceptó de muy mala gana.


Había llegado en 1557 el nuevo gobernador designado por el Virrey Andrés Hurtado de Mendoza, quien era nada menos que su hijo, don García. Entre las primeras acciones del nuevo gobernador, se tomó presos a Aguirre y a Villagra, a pesar de que se habían portado muy corteses frente a él.
Al abordar el barco que los llevaría al Perú, la leyenda pone en la boca de Villagra las siguientes palabras: “Mire vuestra merced, señor general, lo que son las cosas del mundo, que ayer no cabíamos los dos en un reino tan grande y que hoy nos hace don García caber en una tabla”. En ese momento se reconciliaron los dos capitanes, que antes de su enfrentamiento habían sido amigos.


Su apresamiento en Perú no fue del agrado del Rey y sus consejeros. Regresado a Chile en 1559, el Virrey del Perú, el conde de Nieva, dio a Aguirre el mando de la provincia de Tucumán. En 1564, cuando la conquista de esa región estaba a punto de perderse, Aguirre asentó nuevamente la dominación española.


Durante su mandato, se produjo una rebelión dirigida por el capitán Jerónimo de Holguín, que concluyo con el cautiverio de Aguirre. Liberado posteriormente, la autoridad eclesiástica de Charcas lo citaba ante su propio tribunal para someterlo a juicio por haber proferido algunas proposiciones heréticas.


Las constantes quejas de su administración motivaron al Virrey a separarlo del mando, nombrando en su lugar Gobernador de Tucumán a Jerónimo Luis de Cabrera. En 1576, volvía de nuevo a Chile, y se establecía modestamente en la ciudad de La Serena, donde tenía su encomienda, lugar donde murió en 1581.

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